El término «capital» no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a santo Tomás de Aquino (II-II:153:4)
No solo Morgan Freeman, Kevin Spacey y Brad Pitt... La historia que proyecta el director David Fincher presenta la investigación de notorios crímenes en una metrópolis llevada a cabo por dos detectives, uno novato (Pitt) y el otro a punto de su jubilación (Freeman). Lo que al principio parecen brutales asesinatos demuestran ser piezas en el patrón de un asesino en serie (Spacey) que con su "obra" pretende demostrar la ira de Dios ante la pecaminosa vida moderna.
John Doe es un asesino misterioso que concemos a través de la película, por el móvil de sus crímenes basados en los siete pecados capitales: gula, avaricia, pereza, lujuria, orgullo, envidia e ira.
Desde el principio te agarra con una grotesca escena: Un hombre obeso
torturado dándole de comer hasta que estallara su estomago. Se aprecia la fría atmósfera, el setting. Su asesinato es descrito, no presentado, en la conversación entre los embalsamadores y detectives. El vil secuestro de un traficante de drogas y pederastra amarrado a una cama para documentar el deterioro a consecuencia de la pereza, los suicidios de una modelo que no soportaba verse desfigurada (orgullo) y el abogado desangrado tras estirparse un pedazo de carne a sangre fría a cambio de no morir de un balazo; finalmente la prostituta asesinada por uno de sus clientes obligado por John Doe a colocarse un instrumento cortante en su pene mientras la penetraba. Todo descrito en el dialogo y lenguaje visual. Ese es el esplendor del trabajo de Fincher en la película Se7en, una ambientación de desespero y soledad dentro de la ciudad donde todo el tiempo llueve (cuando único sale el sol es al final cuando todo el plot se aclara), dónde habitan personajes que hacen de estos pecados su diario vivir y pocos, como Sommerset y Doe, se interesan por temas como la moral, justicia y la virtud.
La película carece de un love story, un final feliz y actos de fantasía o valor, típicos
de la industria, lo que le añade cierto realismo moderno al largometraje.
Cada personaje es representado espléndidamente por el elenco. Desde las descripciones de Freeman cuando intenta descifrar las escenas criminales de John Doe hasta la evolución esquizofrénica de Pitt como un hombre que pensaba tener
la vida por las bolas y el apoteósico temple de Spacey al describir su obra, actuación digna de un psicópata creado por la decadencia moral y el odio a la sociedad.
Dicho todo esto, la peli es buena porque es cruda. Los visuales implican misterio mostrando un mundo normal con problemas fáciles de comprender pero difíciles para derrotar. En ésta, mi escena favorita, Sommerset describe su punto de vista a Mills en un intercambio entre tragos. Ya el esquema de John Doe estaba en curso
y ambos estaban atrapados en él. La apreciación de ambos sobre el desenlace final canaliza el sentimiento de la película especialmente en el entusiasmo de Mills
por derrotar el mal y el desapego de Somersett porque entiende que no hay victoria en este caso y que el mal, evidentemente, triunfará.
Es un tema post-modernista: la caída del heroe y el heroismo ante la pluralidad del realismo cotidiano, donde el individuo manifiesta su libertad incondicionalmente, sin reparos,
sin temor a las consecuencias. El mundo
de John Doe está desgraciado ante
el Dios cristiano y el mundo
de Sommerset está perdido en la frágil comodiad moderna. Pero el mundo
de Mills es uno digno de salvar por que su éxito depende de ello.
En la polarización del bien y el mal, esta película se concentra en el area gris
de la condición humana. Condición que arropa los valores de la economía
y los adopta en su función natural, de existencia, cambiando a su vez la carga de vivir plenamente, con sacrificio pero gusto, por la comodidad del hedonismo impulsado por la cultura industrial.
¿Si vale la pena verla? + de 1 vez. Ade+ tiene uno de los mejores finales que he conocido.
