baker*ismo: (n) El acto de ver la vida desde una perspectiva diferente, partiendo desde ángulos inexplorados, imposibles o absurdos con el fin de analizar sucesos en todas sus posibilidades.
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sábado, 14 de octubre de 2017
martes, 29 de agosto de 2017
Sobre el verdadero Plan para Puerto Rico
Las palabras repetidas a saciedad durante el pasado año han sido Plan y Puerto Rico, mayormente proliferadas por el gobernador Ricardo Rosselló. Reclamó durante su campaña la falta de un plan por la administración de Alejandro García Padilla y vociferó por los 78 municipios que su administración sí tenía un plan para "echar hacia adelante a Puerto Rico". Pero es posible estudiar en la historia, un centenario plan materializado en los últimos diez años. Un plan forjado durante la gestación del experimento federal que incluyó a Puerto Rico, Guam, Islas Filipinas, además de poblaciones minoritarias dentro de los Estados continentales.
La migración y la economía han sido dos fenómenos que escriben la historia social de nuestra Isla, ambos atados al estatus político territorial que nos define, desde el dominio español hasta el estadounidense. La disyuntiva de "pertenecer a pero no ser parte de" los estados de la unión creó la oportunidad para sentirnos estadounidenses sin comprenderlo ni serlo. Cedidos como botín de guerra, la sangre boricua pagaría esa ciudadanía en todas las guerras que Estados Unidos participará hasta el día de hoy, careciendo de la oportunidad de representación política en el sistema que ejecuta esas directrices. Somos, como la proclama de guerra y el FED como PROMESA, criaturas del Congreso, ciudadanos especiales a los que la Constitución se aplica a conveniencia del Congreso de los Estados Unidos.
El 30 de junio de 2016, el entonces presidente Barack Obama firmó PROMESA (Puerto Rico Oversight, Management and Economic Stability Act) ante el momentum que arrastró el movimiento estadista a un plebiscito "descolonizador", irónicamente el mismo día que la diáspora boricua en niuyor desfiló por la quinta avenida de Manhattan en la más grande celebración de la puertorriqueñidad en el extranjero, más disparatado por la inclusión de la opción colonial cuyo partido propulsor boicoteó la consulta. La Junta de Supervisión Fiscal (JSF( tiene poderes semejantes a los otorgados por el Congreso al Estado Libre Asociado, creando un novel panorama de intermediarios no electos por el pueblo con la responsabilidad para controlar las finanzas del quebrado sistema gubernamental, dirigido por los elegidos por el pueblo.
El tema del desarrollo económico sigue estancado entre un va y ven de la JSF y el Gobierno que discuten recortes para concretar pagos pero poco hablan sobre novedosas fuentes de recaudo o actividad económica duradera. El plan para Puerto Rico es el molde, un barril de tocino para el pago a quienes financiaron el pseudo país que quebró.
Puerto Rico: pertencer mas no ser parte de...
La opinión del caso Pueblo v Sánchez Valle sirvió de apoyo ante el argumento de los enemigos del ELA: que la Ley 600 de 1952 es una máscara para el sistema colonial que comanda el Congreso de Estados Unidos sobre el territorio desde su adquisición a finales del siglo 19. Pero es el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el principio del siglo 20 con los conocidos Casos Insulares quienes definen la identidad "portoriqueña". Dice así Francisco Ortiz Santini sobre el efecto de los Casos Insulares en Puerto Rico (véase el enlace cliqueando la cita):"El Poder Judicial de esa nación (Estados Unidos) creó una nueva criatura jurídica, conforme a la cual el Poder Legislativo mantendría control sobre nuestro País en virtud de la Cláusula Territorial, la que ya vimos establece que “el Congreso podrá disponer de, o promulgar todas las reglas y reglamentos necesarios en relación con, el territorio o cualquier propiedad perteneciente a los Estados Unidos”.
El territorio no incorporado definió la relación política interna en Puerto Rico. Incluso la diáspora que emigró en masa al Continente desde que pertenecemos a, pero no somos parte de, Estados Unidos, acarrea una confusión sobre la identidad nacional. ¿Somos latinos, estadounidenses o caribeños? En la Isla continuamos en bailando y bebiendo al son que entretiene a los paisanos mientras atrae los turistas que inyectan a la economía los bienes que no se producen aquí.
Hemos sido colonia desde el incepción de la cultura occidental que llegó mediante la evangelización católica, la invasión conocida como el descubrimiento de América. La llegada o concesión a los Estados Unidos solo cambió la dirección del plan. Somos el puerto lleno de riquezas, el puerto de los ricos, el bien ganancial del imperio que levanta poca resistencia, suficiente para servir de muestra para la dirección de un país grande. El lenguaje que define nuestra ciudadanía se preparó para engañar la población local a vivir cómodamente un acertijo constitucional que limita la libertad que promete. El verdadero plan para Puerto Rico, venderlo como el destino vacacional para ricos extranjeros, estaría escondido si no fuese porque sus rasgos salen en la buena administración de la colonia.
La casa de vacaciones en el Caribe ha servido como laboratorio para la riqueza que no existía en la Isla. Como una especie invasiva, la cultura corporativa ha tomado al país de rehén usando el comercio superpotente cuya herramienta principal termina siendo la deuda. Los atractivos de Operación Manos a la Obra, pilar del desarrollo económico del ELA, y la Sección 936 del Código de Rentas Internas, fue la exención de impuestos que favorecieron corporaciones multimillonarias con terrenos privilegiados dentro de un mercado limitado a nivel competitivo ya que en puerto Rico no existía un sector privado con capital de semejante alcance. Por ejemplo, Wal Mart paga poco impuesto mientras acarrea en su totalidad el mercado de "one stop shop" de la Isla. Contribuye con miles de empleos al salario mínimo para seducir la política que los apadrina. Ha sido con las recientes decisiones y opiniones de parte de las ramas de gobierno imperiales, junto con la crisis económica que hemos vivido por más de 10 años, que el Plan para Puerto Rico desde el 1952 se reveló. Fue un puente para enriquecer ricos extranjeros y embetunar la clase trabajadora con sueños crediticios, mientras levantó una clase política con recursos adquiridos mediante el pacto de intermediación que fue el Estado Libre Asociado y los poderes que dicho pacto llamado Constitución brindaron a unos pocos criollos para semejarse al poderío de aquellos capitales del Norte.
La fe en el mundo capitalista globalizado es el crédito. El compromiso con lo ajeno es el poder de liderazgo en la Isla. . No aceptamos un mejor modo de vida aunque protestemos contra el corrupto sistema gubernamental. El verdadero plan para Puerto Rico es la desorganización de su pueblo para sostener la dependencia social, el compromiso impuesto. Porque nadie le preguntó a los indios si querían ser católicos, así como el Congreso omitió preguntarle a los puertorriqueños si querían ser ciudadanos americanos dos meses antes de la Primer Guerra Mundial, hecho concretado por el Acta Jones de 1917.
En fin, el plan para Puerto Rico es el mismo desde su primera colonización: servir como colonia a un imperio. Los jugadores han cambiado pero el juego es el mismo, sosteniendo en caos controlado suficiente provecho para evitar hundir sobre 3.5 millones de personas en extremas condiciones. Sin crédito, sin capacidad para negociar con otros países, sin alimento para sostener la población y sin recursos para sostener el sistema energético, un puerto fantasma cuyas riquezas están adueñadas por forasteros, se convierte en una masa de problemas a largo plazo imposibles de prevenir con los recursos alienígenas que componen la actual mentira llamada Gobierno de Puerto Rico.
Los errores de cálculo en los presupuestos, el éxodo de ciudadanos, la deuda de sobre $70 mil millones deben considerarse la epidemia de nuestra generación, una purgación con fines transformadores supervisado por poderes ajenos al ideal de país que debe imperar en Puerto Rico. Resulta contradictorio hablar de dignidad cuando las condiciones de vida son insostenibles ante los panoramas diferentes a la actual situación. El verdadero plan para Puerto Rico es alejarlo de su gente.
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