"Que vivan los Estudiantes", huelga de egresados en los recintos de la Universidad de Puerto Rico por las decisiones "desde Fortaleza" en asuntos académicos y la opresión policiaca que el Gobierno le envió cuando decidieron contestarle con huelgas.

A cuatro años de esa lucha contra la opresión del Gobierno con sus aumentos, impuestos, soberbia para impulsar esas medidas antipáticas "necesarias", pareciera un lejano recuerdo, leído en algún libro de historia. Un ciclo electoral completo de lavado de cara a la imagen política fue suficiente para convencer al pueblo que la represión es daltónica. Rojos, verdes, azules; la apatía política, rapiñando las visceras del Estado Libre Asociado como lo hacían los dioses griegos con sus castigos.
En el 2010 pasa ésto y creeríamos que no se volvería a repetir. Prohibido olvidar decían.
Es un castigo maquiavélico mantener la farsa política de un país esencialmente colonial. Vivimos como preparan referendums, consultas al pueblo; parafrasean y descartan los resultados a su conveniencia. ¿Acaso el referendum de estatus no va por el mismo camino que el de la unicameralidad? ¿No habrá un grupo que vea los $2.5 millones federales para "educar la población de manera imparcial" sobre las opciones reales de su futuro político como un botín que hay que secuestrar? Los corsarios de turno izan sus velas y afinan sus lápices con lujuriosa expectativa.
Más de un año después del cambio por el gobierno de García Padilla se siente el familiar sabor a medicina amarga. Agentes del repudio contra la pasada administración se han servido con cuchara grande una porción de caldo criollo cocinado con fondos públicos haciendo a su manera imprudencias paralelas a las previamente criticadas. La receta no cambió mucho; la austeridad continúa sobre los libros del Gobierno como ave de rapiña. Sale de la lotería amistosa quien toma la peor parte porque la mejor ya está distribuida constitucionalmente en los secuaces de la debacle.
Queda de nosotros proyectarnos lejos de la venenosa partidocracia que ha gobernado nuestro país desde los comités, ajenos al pesar del pueblo. Es sumamente nocivo confiar en personas extrañas a la realidad del puertorriqueño promedio. Cuando ejecutan su voluntad con los recursos civiles, demuestran su alienación mientras afuera de esa burbuja se vive como si una epidemia rondara por el ambiente.

Compromisos como la venta del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, las autopistas a Metropistas y los molinos de Salinas que se construyeron sin completa seguridad que ese sería el mejor espacio geográfico para su función. Los ejemplos antes mencionados fueron criticados por los protagonistas del actual Gobierno. Levantaron protesta cuando fue responsabilidad de los PNP pero quedaron presos por la misma demagogia que eran alimentaban sus coros en las campañas políticas: "conmigo viene el cambio", "vamos a devolverle la integridad al Capitolio", "primero la gente", "habla pueblo". Pasan la papa caliente de la culpa al "responsable" o algún "chivo expiatorio".
Por eso repaso mi teoría que la ola criminal es la voz de protesta que nadie quiere escuchar sino marginar contínuamente en el exilio moral: "esa gente", "los del punto" y un sin número de epítetos que amenan la problemática de generaciones contaminadas por el reflujo de la política colonial. La idea del caos controlado en el casino del Caribe se ha salido de las manos y los que llegan no quieren, ni pueden, solucionar los problemas. Moran los sentimientos de rabia e impotencia en todos, alimentados por el miedo, hábito que está matando al futuro del país, llenando cárceles, cementerios y orfanatos. No se llenan las nóminas para los profesionales de la salud mental. Se retiran incentivos para que se queden los maestros novatos y traer sangre nueva a ver si logran que los jóvenes se queden y aprendan algo. No hay un pensamiento lógico, en mi opinión, que pueda dibujar un mapa claro de prosperidad, una proyección digamos de 20 años, quizás menos.
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Gráfica extraída de http://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1020-49892012001100001 |
Con el surgimiento de la tecnología de información estos políticos optan por esconderse, hablar desde sus libretos. Ellos saben que las opciones están dictadas por intereses económicos, primordialmente los bonistas, y que su capacidad intelectual no supera la de los tiburones en la industria privada que con cada visión de ventaja política le sacan partida con intereses para su bolsillo. Préstamos y favores, ambos abstractos que componen la conducta de los políticos en Puerto Rico. Y nos distraen con entretenimiento en el caos, la descripción de la debacle sin verdaderas soluciones. Porque al ser complices del problema reconocerían su ineptitud y tendrían que donar todas sus riquezas a la plebe que tanto han expurgado y culpado de los males con impuestos, regulaciones y trabas que los pudientes que toman nuestro país como Isla de vacaciones no les molesta pagar o saben bien como evadirlo.
Ya las costumbres de aparentar ser distintos en la forma de gobernar pasó. La bonanza se acabó. Queda repartirse la culpa mientras preparan los planes para el próximo esquema, tirarse a la calle, darle a la gente un enfático apretón de mano, prometer, mentir, atacar, endeudar en favores a personas, entidades, comunidades y compañías. El voto, como permiso, se busca para obtener la licencia indecente para decir cualquier cosa y achacarla al combate político. Es aceptar y promulgar que individuos vestidos de peloteros anden por las calles dándole batazos a todo lo que encuentran en su camino.
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Eduardo Bhatia, presidente del Senado, no se las deja pasar de nadie que confronte sus propuestas como aumentar la productividad de la AEE abriendo los servicios al mercado privado |
Entonces nos quejamos mientras una generación se asesina, otra migra y otra muere. El instinto de supervivencia se adopta en ese ciclo que con toda la publicidad persuasiva inyectan en la calle los políticos y es más fácil dejarse llevar que ir contra la corriente, los seguidores de. Con las protestas pasa lo mismo. Unos se encamaran en protesta y llaman seguidores para que hagan eco de sus reclamos, rieguen la voz e inclinen la báscula a favor de la opinión pública generada.