Tanto recordar puede dar dolor de cabeza.
Saliendo de la edad de esponja y entrando a la época de rebeldía adolescente, recuerdo combinar la programación local con la extranjera tan facilmente como el arroz con la habichuela. "Los Simpsons" (traducidos por mexicanos), "Fresh Prince", "Full House", etc. Mi abuela y mi madre disfrutaban las novelas de Thalia, cualesquiera escojer de las Marías y mis hermanos de adelantada pubertad dejaban confundirme con el poder de la semana, Super Moncho y hasta las nalgas de Taina.
Sin contar que en esa época, a mediados de los 90, mi padre me llevó a los estudios de "Que Vacilón" para obtener el preciado peluche del payaso Trompetilla. Nada menos que espectacular. Las "Super Soakers" volaban de las tiendas como las "Crocs" en el presente.
"No te duermas" era el programa favorito de los jóvenes; "El Show de las 12" el de los viejos.
De ahí el horizonte macabro del vacio, como "Thelma & Louise" o "Wayne & Garth". La programación puertorriqueña cambiaba. Las mañanas se despidieron de Sandra Zaiter, las noches alternaban la programación entre novelas, rifando los programas antes descritos de nombre y canal.