sábado, 14 de octubre de 2017

Sobre la solidaridad post María


Hace tres semanas que el fenómeno categoría 5 pasó por Puerto Rico y hoy quedan preguntas, desespero y sueños tronchados.

La basura y los escombros reviven la tragedia que dejó al país con 100 por ciento de su estructura eléctrica averiada, al nivel que cada avance reciente se convierte en un retraso. Hay puentes y carreteras derrumbadas dejando barrios aislados, como si un terremoto hubiese sacudido la tierra. El agua que sale del grifo, para los afortunados que cuentan con el servicio, sale contaminada, blancuzca, cobrando la vida de (al momento y oficialmente) cuatro boricuas. Pero la credibilidad es cuestionable ya que el huracán dejó incomunicados los 78 municipios, derrumbó las antenas de telecomunicación, incluyendo las de emergencia, provocando disparidad entre lo oficial y lo reportado por la gente. Los muelles se ataponaron como un embudo. Ante la emergencia, el Gobiermo quiso tomar total control y solo normalizó el pandemónium ya creado en la calle por falta de alimento, gasolina y seguridad.
Salimos a buscar señal para saber de los amigos y familiares. Salimos para ver que pudo resistir el embate de vientos de 170+mph. La escena era de película. Nos bombardeó la naturaleza. No hubo comunicación por al menos 18 horas. En la mañana del 12 de octubre, 15 municipios estaban completamente desconectados de servicio celular.
Ya en el 14 de octubre se ha llevado energía eléctrica a varios municipios. Pero el daño a la credibilidad del Gobierno aparece como la peste. Hay suministros en la pista del aeropuerto que fueron abandonados por los militares o los del Gobierno y se están perdiendo. La lluvia sigue amenazando a los que perdieron su casa y aún, a casi un mes del fenómeno, carecen del famoso toldo azul de FEMA.
Los boricuas se van a poco más de un millar al día. Se van enfermos buscando tratamiento que aquí ya no se puede brindar. Se van porque perdieron el trabajo o el semestre. Se van por sus hijos, por sus viejos. Se van porqué no les queda oportunidad en una Isla que racionaba las oportunidades antes del huracán. Pero se quedan algunos "guisando", con o sin fines de lucro. Se juega el gobierno la incumbencia con un evento que hace un año era improbable.  En emergencia, sin comunicación, la transparencia se transforma en la máscara que la perspectiva permite según las circunstancias que le aquejan. Levantar la Isla será el slogan para el 2020.
Pero no hemos dejado de estar en campaña desde el 2015. Las elecciones del 2016 no acabaron en noviembre. Luego estuvo la alcaldía de Gurabo, el plebiscito con 23 por ciento de participación, la elección en Guaynabo y ahora el embate del huracán que además de destrucción, trajo al Presidente, el Vicepresidente y el portavoz de la Cámara, las tres figuras del poder estadounidense: la boca, la mente y los chavos. Los criollos siguen el juego, con selfies y fotos para enmarcar el histórico momento, para adelantar la igualdad que predica la Estadidad, otros para unirse al coro disidente contra el Primer Ejecutivo cuyo desprecio mas que una protesta se ha convertido en moda. No se sabe cuantos muertos hay, pero ya se dijo que " no tantos" como en Katrina, un "verdadero desastre". Si los medios anglosajones no odiaran tanto a Trump, no sonaríamos tanto en la prensa. Quizás sea mejor para erradicar el protagonismo que infecta la recuperación de nuestro país.
En George, aquel huracán del 1998, los vecinos salían a compartir más que ahora. Antes no había tanto generador de electricidad, ni redes sociales. No se necesitaba cargar mucho, mas que la jodeina para seguir al otro día. Pero muchos salen ahora para ayudar, documentar, buscar soluciones a problemas de vida o muerte, como llevar medicina donde no hay, reportar caminos que han desaparecido y dejar que alguien llame a otro para dejarle saber que están bien, cuando estar bien ha tomado el manto de estoy vivo y puedo bregar.
Al paso. Los boricuas tenemos un paso distintivo en la vida. Podremos y saldremos de esto con una cicatriz grande. Algunos echarán raíces aquí, otros allá. Seremos la generación que cuente del viejo Puerto Rico, el del Team Rubio, que unidos en una idea, le dejó saber al mundo que estamos aquí brillando solos a la sombra del ego estadounidense, como centenarios ciudadanos de segunda clase. Exigimos igualdad para sobrevivir, para construir un nuevo y definido país, con la clara idea que nosotros somos nuestro mejor recurso. Maria es el punto de la PROMESA.

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